Las yemas se clasifican atendiendo a tres aspectos:
Las yemas vegetativas (comúnmente llamadas yemas de madera), son las que dan origen exclusivamente a brotes
Las yemas fructíferas (comunmente llamadas también yemas de flor), son aquellas que dan origen a una o varias flores. A su vez se diferencian en:
Las yemas apicales o terminales son las situadas en el extremo del ramo y originan su prolongación.
Las yemas axilares o laterales están situadas a lo largo del ramo en las axilas de las hojas. Las situadas en la parte más basal del ramo se denominan yemas basilares.
Las yemas estipulares están situadas lateralmente respecto a otra yema considerada principal. Son normalmente dos y tienen un tamaño muy pequeño respecto a la principal. Están presentes en algunas especies como membrillero y peral. Se suelen denominar yemas de reemplazo.
Las yemas adventícias se forman y se desarrollan en puntos indeterminados, a partir de meristemos secundarios, por un proceso inductivo de naturaleza desconocida. Se pueden formar sobre las ramas y el tronco como consecuencia de podas severas, cortes, heridas, etc., y también sobre las raíces, originando con su brotación, en este caso, las sierpes.
La yemas normales se forman y se desarrollan según el modelo normal de las especies de zona templada con reposo invernal. Es decir, se desarrollarán al año siguiente de formarse.
Las yemas prontas o anticipadas se desarrollan el mismo año en el que se forman. Dan lugar, en este caso, a brotes llamados anticipados.